La noche del 4 de septiembre de 2025, el Estadio Metropolitano Roberto Meléndez estalló en una fiesta tricolor. Más de 50 000 hinchas se volcaron en las gradas para alentar desde el primer minuto: el objetivo era claro: conseguir ese anhelado regreso al Mundial tras la última ausencia. La tensión se palpaba, pero la atmósfera, cargada de esperanza, parecía presagiar lo que vino.
El balón rodó y Colombia dominó con paciencia y orden. En el minuto 31, tras una jugada por la derecha, Santiago Arias sirvió un centro preciso para que James Rodríguez –siempre él– conectara de derecha y abriera el marcador. El Metropolitano explotó y el nerviosismo se transformó en euforia, el cucuteño se convirtió, con 14 goles, en el máximo artillero colombiano en la historia de las eliminatorias.
En el segundo tiempo, Colombia no pensaba frenar. Juan Fernando Quintero ingresó y, con un pase fulminante, asistió a Jhon Córdoba para el 2-0 en el minuto 74. Más adelante, el mismo “Juanfer” firmaría el 3-0 a los 83 minutos con un zurdazo letal que coronó la faena y llevarse el título de figura del compromiso.
La victoria fue más que un resultado: selló la clasificación directa de Colombia al Mundial 2026 –séptima aparición en su historia– y devolvió la ilusión a una hinchada que lo esperaba desde Rusia 2018. La celebración fue intensa, desde el pitazo final, con abrazos, lágrimas y un estadio teñido de amarillo y rojo.
Ahora, con el boleto asegurado, el foco cambia a la preparación para la Copa del Mundo. La atención se traslada al próximo rival en Eliminatorias (Venezuela) y al camino que espera en Norteamérica. El gol de James, el desborde de Díaz y la precisión de Quintero dejaron claro que la Tricolor vuelve con fuerza
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